Lo cotidiano.78
Mirando hacia atrás con ira
Fernando Merodio
16/11/2024
La cosa viene de atrás, esta situación en que los científicos
serviles, casi unánimes, al capital que
los alimenta, no generan consenso informativo cierto sobre la causa
antropomórfica, hoy, de la intranquilidad del clima, sus graves, peligrosos efectos,
en que la enésima COP
se celebra en una bolsa de petróleo llamada
Baku, en que en Europa proponen comisaria y vicepresidenta de “la cosa” a Teresa Ribera, mujer de un Bacigalupo, ignara, siniestra por silenciosa, corrupta que
retrasó dolosamente 8 meses la aportación al TSJ de Madrid el expediente
-incompleto y desordenado- del polígono industrial P.E. El Escudo y envió a Europa el PNIEC
español antes de cursar -lo que en Cantabria ni hay- su Evaluación Ambiental Estratégica, en que muchos están ufanos de que sea el gran
capital el que más pueda ayudar en las catástrofes… de las que es esencial
causa, en que se elige entre Trump y Kamala, en que, cobarde, ausente e impávido
aquí tengamos a Sánchez el de -con gente aún peor- Begoña,…, todo ello se anunciaba
ya -evidente- en los hechos de mi primera plana con idea de continuidad,
publicada en 2004 en ALERTA y titulada La tapa de la vida, que reitero:
“Me contó que fue como si de pronto alguien hubiera levantado la tapa de
la vida para mostrarle su mecanismo” (Dashiell Hammett. El halcón maltés)
“Levantar la tapa de la
vida y ver su mecanismo ¡Casi nada! La inmensa mayoría, feliz, vive sin intuir
siquiera que algo así pueda tener algún interés. Hammett, novelista,
comprometido, perdedor, sabe de su importancia y lo evidencia en breves y precisas
palabras.
Tras conocer tal mecanismo,
el personaje adopta una actitud inteligente. “desapareció -dijo Spade- como
desaparece un puño cuando se abre la mano”. Insuperablemente gráfico. Visto lo
visto, desaparecer. No hay pesimismo, ni cobardía; solamente inteligencia y
cansancio. Mucho cansancio. La extenuación de quien ha luchado y perdido muchas
batallas. Casi la guerra.
Hammet fue un gran
luchador. Parco en palabras, cuando los siniestros cazadores de brujas en la
siniestra libertad de la siniestra Norteamérica de los siniestros años 50
pretendieron que delatara a sus compañeros, para que ni él ni nadie pudiera
levantar la tapa de la vida. Cuando, por no ser chivato, le enviaron a la
cárcel. Cuando prácticamente se transformó en mano y tuvo que vivir hasta su
muerte de una pensión miserable y de la ayuda -y el amor- de la escritora
Lilian Hellmann.
Al contrario de Hammett, ¡cuántos abren el puño y desaparecen!
Pero nos dejó su historia
de luchador perdedor. Y sus escritos con personajes de todo tipo, prácticos
conocedores del mecanismo de la vida. Esa vida que se desarrolla en lugares tan
evidentes como Poisonville -Ciudad venenosa o ponzoñosa-, donde política,
justicia, corrupción y delito se mezclan en un magma indisoluble. Real como la
vida misma.
Los otros, los ganadores,
no luchan. Llaman trabajo a lo que hacen y se dejan arrastrar plácidamente en
la corriente de aquel magma, en el que viven como pez en el agua. No se les
abre la tapa de la vida, ni se les ocurre transformarse en mano. Están felices
de haberse conocido y orgullosos de que podamos disfrutarlos.
Pase lo que pase, son
impunes. Parecen gozar incluso de la impunidad más difícil, la que les permite
no responder ni ante sí mismos y mirarse todos los días en el espejo. Tienen
una visión peculiar y terrorífica del mecanismo de la vida. La suya. Se quieren
y se valoran tanto que la Audiencia Nacional va a sentar en el banquillo a
algunos de ellos, para comprobar si los muchos miles de millones de pesetas con
que pagan sus jubilaciones -¿y sus silencios?- se corresponden con lo que
realmente valen y si esos muchos miles de millones son suyos o se los pretenden
robar a otros.
Alguien dijo que “la
riqueza en sí misma es inocente, pero la riqueza y los ricos, rodeados de la
pobreza y los pobres, son culpables”. Habrá que estar atentos a lo que
sociedad, ley y justicia digan de todo ello. Comprobar si existen artimañas
legales o de otro tipo que hagan aparecer como razonable la adjudicación a solo
dos personas de esos muchos miles de millones que podrían servir para evitar el
cierre de algunas de las tantas empresas que últimamente han enviado, envían y
pretenden seguir enviando al paro a decenas, cientos miles de trabajadores.
Los precedentes son
devastadores. Hace meses, la hija de uno de los acusados, una de las mujeres
más poderosas del mundo, máster del universo, pontificaba en el diario El Mundo que “la tecnología es
clave del éxito en las fianzas”, para añadir -¿sería publicidad?- que “empresas
como AOL o Yahoo! se han convertido en
rivales de las firmas tradicionales del sector financiero”. Las recomendaba
como inversión.
Lo explicaba diciendo que
“en 1985, la banca española dedicaba 10 empleados por cada 10 millones de euros
en cajeros automáticos; hoy dos empleados gestionan esa misma cantidad, algo
que solo la tecnología ha hecho posible”. A eso, expediente de regulación y
paro, lo llamaba “optimizar la eficacia del negocio”. Magnífico ejemplo de
perversa perversión del lenguaje. Pero lo mejor ocurría tres días después. La
debacle, el desplome tecnológico/financiero. Se suspendía la cotización en
bolsa de algunos de esos nombres tan falsos como onomatopeyas de cómic, con muy
malas consecuencias, intuyo, para quienes, ignorantes y avariciosos, creyeron a
la triunfadora y pretendieron hacerse ricos en horas comprando acciones de
empresas tan exitosas. Una de sus muchas hazañas.
Para ella no se abrió, no
se abre la tapa de la vida, ni se transforma en mano. Días después, fresca aún
tan errónea recomendación, aparecía en el Olimpo de los triunfadores, en
impresionante junta bancaria, con los suyos. Hoy, meses más tarde, gestiona
-ellos dicen que con éxito, ya veremos- el dinero de los demás en el banco que
-también dicen ellos- otro triunfador había arruinado.
¡Qué diferencia con
Hammett! Que levantó la tapa de la vida y antes de deshacer el puño, abrió los
ojos, catalogó catástrofes y las dijo. Inteligente, luchador, cansado.”
Dashiell Hammet, Sam Spade -Humphrey Bogart- El halcón maltés, AOL, Yahooo!, el
capitalismo rampante y su mejor símbolo, esa Ana Botín, cuyo mérito es haber
heredado y alardea de cómo se apropia de lo que es de todos y hoy pretende ser
“faro cultural” de los más tontos de
los -muy tontos- santanderinos y que, hace ya 20 años, en 2004, en su inicio
público, tras arruinar a quienes la siguieron al fiasco AOL, Yahooo!, iniciaba su carrera hacia donde, para desgracia de
todos, se enorgullecen de lo bien que, creando pobreza y paro, “optimizan la eficacia del negocio”… de
ese 1% que impide, prohíbe analizar su incidencia (in)humana en la catástrofe.
Pero solo los que quieran, peligrosos, los
socios de Ana
El Roto 26.10.2024
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