65 Los domingos, cavilar
Preferiría no hacerlo
Fernando Merodio
11-08-2019
“En esta
postura me hallaba cuando lo llamé y le expliqué brevemente lo que quería que
hiciera -a saber: revisar conmigo el papelito-. Imaginen mi pasmo, mi
consternación más bien, cuando, sin moverse de su retiro, Bartleby, con una voz
singularmente suave y firme, replicó: Preferiría no hacerlo"
(Herman Melville. "Bartleby el escribiente").
Preferiría no
hacerlo es, sin duda, una de las frases literarias más repetida desde que en
1852 el autor de la magna y obsesiva Moby Dick (1851) -no reconocida por el público
hasta la muerte de su autor- la hizo celebre en Bartleby el escribiente, uno de los relatos publicados
en la revista mensual de Putnam, generando las más variadas reflexiones de
cientos de intelectuales -entre otros los filósofos Deleuze, Agamben y Pardo, con
serios ensayos sobre el displicente, unidos a la edición de Pre-Textos- que analizan
la actitud del escribiente de un abogado de -simbólico- Wall Street que, a los
tres días de ser contratado y tras haber desarrollado con gran diligencia su
trabajo como copista de lo que su jefe le indicaba, se enfrentó a uno de sus encargos,
no especial, y "con
una voz singularmente suave y firme, replicó: Preferiría no hacerlo", una actitud
que, coherente, mantuvo hasta su final.
Con tan suave
y, en el sentido más estricto del término, revolucionario gesto el enigmático
Bartleby se desvinculaba del modo en que funciona lo próximo, en especial de los
vínculos sociales, morales, legales,... que le ataban a quien, fijando las exigencias,
le había contratado para laborar como asalariado.
En tal punto,
arrimo el ascua a mi sardina y llevo a efecto la valoración que me sugiere tan
analizado personaje, entendiendo que Bartleby, el pulcro copista, estaba siendo
conducido por su empleador/explotador, el abogado, hacia la autodestrucción más
cruel y evidente al exigirle cotidianamente hacer aquello que no deseaba -ni,
por supuesto, le gratificaba-, limitarse, sin lugar para iniciativa alguna, a
ser mero, rápido y eficaz copista de lo que le dictaba, dando lugar, inevitable,
a un humano, lógico deseo, su preferencia por no hacerlo y, con coherencia y
fuerza, efectivamente no hacerlo.
Con tan suave
pero convencida, firme y más que razonable actitud se enfrentaba a una clara
manifestación de la castradora alienación capitalista en las relaciones
sociales, pues lo que a Bartleby le era propuesto/impuesto en tales relaciones
le resultaba, por múltiples y lógicos motivos, radicalmente desagradable,
indeseable, obligándole a realizar su preferencia/deseo de no hacerlo,
rompiendo con ello incluso, radical, toda relación con el proyecto colectivo
que, voluntaria o forzadamente, vincula a un elevado, mayoritario, número de
los miembros del entorno del que formaba parte.
En otro
extremo del espectro sociopolítico, muy alejado de la filosofía vital de
Bartleby, estaría, entre otros muchos, Adolf Eichmann, teniente coronel de las
SS nazis, sobre cuya condición de criminal ideólogo y ejecutor de la "solución final", la
eliminación global de los judíos en la II guerra mundial, Hanna Arendt
construyó su debatida teoría, conocida como la "banalidad del mal", de que, como explicaba
recientemente Monika Zgustova, "(...) el peor mal puede ser obra de la gente más
común (...), personas que renuncian a pensar para abandonarse a la corriente de
su tiempo",
que a alguien como Eichmann, "burgués
solitario con una vida desprovista del sentido de la trascendencia le llevó a
preferir la ideología nacionalsocialista y aplicarla hasta el final",
llegando al punto de que cuando, casi perdida la guerra, el cruel y muy
poderoso Heinrich Himmler, para facilitarse una salida, recomendó/ordenó mejorar el trato a los judíos, él "se esforzó por hacer que la
solución final lo fuera realmente".
Eichmann y
Bartleby mantienen dos de la posibles posturas/actitudes para hacer frente a
situaciones -reales o subjetivas- límite, como es la que, incontestable, nos
imponen la actual degradación/destrucción planetaria generada por el "calentamiento global", los
dramáticos y muy dolorosos, corrimientos de población, hambre, sed, desigualdad
extrema,..., empecinándose el primero en extremar el abuso injusto que conducía
a la catástrofe mundial, mientras que el segundo presiona a los responsables de
su -para él- insoportable situación con una valiente, suave, firme y -muy-
personal actitud de hacerlos frente.
Trayendo ambas
actitudes, sin duda -cada una a su modo- radicales, a lo nuestro aquí ahora nos
evidencian motivos, cientos, globales y lejanos, para plantearnos actitudes
individuales y, más eficaces, colectivas similares a la de Bartleby y hacer
frente a lo -mucho- que nos concierne de tales problemas/catástrofes globales
arriba señalados, hasta llegar al extremo radical, pacífico y -único- eficaz de
la sólida propuesta de una niña, Greta Thunberg: ¡¡cambiar el sistema!!
En España,
desde hace no se cuanto, no tenemos gobierno ni presupuesto, mientras cerca, en
el día a día, vivimos la insoportable anomalía desasosegante, pública, notoria
y pacíficamente admitida, incluso democrática dicen, de que nos presida un tal
Revilla que se está construyendo una hornacina para ser visto desde cerca, nacido
a la política con todos los tics del abusivo y siniestro sindicalismo vertical
fascista de Girón de Velasco y que, cimentado en tal fangosa base, ha construido
un edificio de solo fracasos en lo importante público: demolición de viviendas
ilegales, ferrocarril adecuado a los tiempos... que no funciona, carencia de
PROT, caos y atropello energético/eólico, derroche en la broma de Comillas,
fibroyeso, Racing, derribo del edificio de la Diputación, destrucción de
industria,... y, a partir de tal problema fundamental, sistémico, cotidianos
disparates, de los que cito solo cuatro de los tres últimos días:
1. Fallida la
publicitada ampliación de Coated
Solutions se quiere seguir deshaciendo el territorio entre Puente San Miguel y el
puerto de Santander con innecesarias y dañinas estructuras eléctricas.
2. El gobierno
que, al servicio de no sé quien, actúa sin PROT, sangrientamente se burla de
todos anunciando una "estrategia
autonómica contra la despoblación rural".
3. Lo más
nuevo de la "nueva
política"
utiliza el dinero público, se fotografía con sus amigos de la mínima -nunca más
de 100 reunidos- y solo mediática -eficaz colegueo de El Delirio Montañés- camarilla
"Salvemos La Magdalena", y con
la falaz osadía de decir representar a "los ciudadanos de Santander", pretende
perpetrar la ¿delictiva? demolición de unos espigones, no sé si bellos o feos,
pero legales y muy caros.
Ver más en:
4. Cada día,
desde hace diez años, frente a la sola fatiga de la pequeña Plataforma de un muy
pequeño pueblo, ni (ab)usando de sus leyes ad hoc son capaces capital y políticos lobbystas -con el
reciente fichaje de Florentino Pérez- de (im)plantar un solo aerogenerador en
nuestro -de nosotros, no de ellos- territorio.
Está, pues,
más que justificado y es ya urgente que cada día más de nosotros plantemos cara a esa tropa de insolventes -en especial
a su cateto y demagogo jefe- para,
educados, serios, sólidos, suaves,..., ante cada una de sus expuestas
ocurrencias gritarlos: ¡Preferiría
no hacerlo! y, siendo como Bartleby, empezar por el simple gesto racional, ajeno
a todo fanatismo, de desmontar la estafa que equipar votación y democracia, y,
haciendo públicos reflexivos planteamientos, no votar a tan peligrosos ineptos.
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