domingo, 5 de mayo de 2019

50 Los domingos, cavilar ¿Que no pare la fiesta? Fernando Merodio 05-05-2019

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50 Los domingos, cavilar
¿Que no pare la fiesta?
Fernando Merodio
05-05-2019
"(...) el progreso en ciencias naturales y tecnológicas no contribuye sistemáticamente a una mejora de la vida humana sin una reflexión ética subyacente" (Markus Gabriel. Introducción a "El sentido del pensamiento")
“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (Karl Marx. “Tesis -11- sobre Feuerbach”)
Simplifico y, seguro, impreciso explico que el concepto dialéctica define el método filosófico de Hegel para analizar la evolución del espíritu humano, entender la realidad a partir de una base, la tesis, y una crítica objetiva de aquella a partir de la realidad, la razón, la justicia, la ética,..., la antítesis, confrontarlas para superar la contradicción entre ambas y generar la síntesis, motor de la acción; el idealismo de Hegel que analiza e influye en la evolución del espíritu humano, sirve a Karl Marx, materialista, para afirmar que la sociedad evoluciona dialécticamente a través de un conflicto entre contrarios, en especial económico, la lucha de clases.
Así, con su método científico, Marx dice que la historia avanza dialécticamente a partir de y sobre contradicciones, gracias a la síntesis de esas contradicciones, a la reconciliación entre opuestos, lo que le lleva a considerar el método dialéctico, práctico, muy superior y más eficaz que el lógico, ideal, apoyado en la teoría.
Intuyó Francis S. Fitzgerald en "El gran Gatsby", 1925, un mundo hiperbólico, excesivo, inmaduro y rendido al individualismo que, como él describe, recibió el legado de "todos los dioses muertos, las guerras combatidas y la fe en el hombre destruida", un vacio que, tras un triste y agridulce fin de fiesta/suicidio colectivo, concluyó en la ruina del crack de 1929; una bagatela comparado con lo que hay ahora.
Han pasado casi 100 años y la situación es aún peor, crisis sistémica, egoísmo nacionalista más disparado y peligroso que nunca y la amenaza, que el capital genera y la clase política no afronta, del calentamiento global, todo ello asentado en hechos tan graves como haber provocado una segunda guerra mundial con muchísimos más muertos que la primera, generar cientos de conflictos lejanos que asolan el mundo, acatar sumisos un poder económico y, basado en él, otro militar, abusivos ambos, contemplar impávidos las pandemias generadas que desangran a quienes ni osan quejarse,... y, lo peor, haber destruido -no los alemanes, todo el mundo que llamamos culto- cualquier atisbo de mínima fe en un género humano que vivió y conoce a la perfección lo insoportable, Auschwitz, y, tras ello, mira hacia otro lado, simula que lo hicieron otros y lo inventaría en el rincón más lejano y oscuro de nuestros desechos como un mero dato más; Primo Levi, triste, lo definió como nuestro sucio y cotidiano trabajo y, lúcida, Hanna Arendt como la banalidad del mal, banalidad que mancha a todos y hacía que los tres soldados alemanes de la novela "Una comida en invierno", muy aflictiva lectura, admitan que les es más cómodo/útil "cazar" judíos que fusilarlos.
Es cierto que en 2019 no hay las fiestas excesivas de Gatsby pero, peor, pese al odioso pasado nos queremos convencer de que hay que celebrar la situación, pues vivimos -obediente siempre, el "clan de "los Castañeda" así lo difunde- el esplendor de un progreso que conduce a un idílico futuro, nuestro cielo, el séptimo mahometano, el Valhalla vikingo,... para todos, a lomos de un desarrollo sostenible y justo que, según su fúnebre lógica, debiéramos agradecer al 1% que acumula el capital robado explotando la fuerza del trabajo del resto; y, por ello, hay quien hace la ola al tenebroso y oculto 1% que tan bien cuidan y defienden sus medios de comunicación y los elegidos en los sucios festivales del voto, transversales todos.
Para entenderlo bien, analicemos el caso cercano y reciente del pasado martes en las pomposas dependencias de la depredada Casyc, el gasto superfluo del excesivo "Diálogo Ciudadano sobre temática europea; La política de desarrollo rural en Europa: el problema del despoblamiento" para cuatro gatos, guiado por la vicepresidenta psoecialista de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo, Juan José Sota, vida de asalariado político, y un profesor de Geografía, Urbanismo y Ordenación del Territorio de la U.C., que tras explicar -en teoría- cómo resolver el problema, ni siquiera respondieron a sí ello era posible en la Cantabria que, desde 2002, no ha sido capaz de aprobar su Plan Regional de Ordenación del Territorio, PROT, tiene gravadas 330.000 Ha., dos tercios de su territorio, por permisos -no anulados- para ejecutar -cuando sus titulares quieran- sondeos de fracking, algo que, en 2009, Revilla -es su disculpa- ni sabía qué era, un territorio, además, seriamente hipotecado por la cruel y dañina amenaza de la maldición de cientos de tallos con aspas, 200 m. de altura, que arrasarían los valles del Pas, Soba, del Sur,....
Repito, los promotores del "diálogo ciudadano" no respondieron a la crucial cuestión de si es posible un desarrollo rural mínimo en tal Cantabria, pero sí lo hicieron a la de si, para vergüenza nuestra, Greta Thunberg, niña sueca que ni gasta dinero público, ni crea falsas expectativas en cumbres de millonarios, políticos, expertos,... como Kioto, París, Katowice, Davos,..., acierta en su diagnóstico y solución al urgente problema del calentamiento global: "cambiar el sistema", pregunta a la que, ¡sorpresa!, la "europea" respondió que sí, que hay que cambiar pero, quizás para intentar disuadirnos, añadió que ello exigiría renunciar a los necios hábitos individuales de consumo generados por el capital; si tal es el sólo problema y no se oponen los amos, ¿por qué, tras explicarlo bien, no inician, de modo inmediato, los urgentes y radicales cambios?
Si partimos de  la tesis que el sistema vende, el poder publicita en sus medios y en la sociedad defiende el "clan de los Castañeda" de que, desde todo punto de vista,  social o individual, vivimos un período de progreso sostenible que permite generar y consumir sin límite, la ponemos en duda y, dialécticamente, la confrontamos con la antítesis de Greta Thunberg, más los datos objetivos de injusta y global desigualdad abusiva que todos vemos, el caos que aquí ahora anuncia la falta de planificación que conviene al capital, la insoportable amenaza que suponen las licencias de Revilla para el fracking, los amenazantes cientos de molinos, subestaciones, líneas de muy alta tensión,..., tal confrontación dialéctica nos lleva, sin duda posible, a la síntesis de que, como afirma el joven filósofo Markus Gabriel, hay "una tela de araña de problemas" y un terremoto global cuyo epicentro es la actual y muy grave "crisis de representación" que él sitúa en la justa duda sobre los medios de comunicación y los representantes votados, así como, en especial, en la extendida idea errónea de que "no podemos conocer la realidad", por lo que "nos relacionamos con ella como si estuviera muy lejos", síntesis ante la que, frente al nietzscheano posmodernismo del "no hay hechos, sino interpretaciones", defiende una vuelta a la razón en la que los pensadores no se limiten, como denunciaba Marx, a diagnosticar lo que les rodea, sino a "aspirar a cambiarlo", tal como intuitiva, sana, inteligente,... exige la niña sueca.
Markus Gabriel intenta recuperar y revitalizar el proyecto europeo nacido de la Ilustración y la revolución francesa, destruir a los gurús y el capital de Silicon Valley, que cuando alguien usa sus artefactos digitales saben que está trabajando y produce para ellos, explotan ese trabajo, además le cobran y, con (in)humanos algoritmos, anticipan el futuro comportamiento global y lo convierten en capital para ellos; urge una revolución digital ética que, como la francesa, sirva para que lo que los siervos del "clan de los Castañeda" llaman desarrollo y progreso, deje de alentar oscuros riesgos y, por contra, caminemos hacia una mejora ética de la vida.

Al tiempo que hacemos frente a tan acuciantes peligros, su causa y causantes, debiéramos preguntarnos, ¿alguien ve algún motivo para no parar la fiesta... y actuar?

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