Lo cotidiano 113
De un tiempo de
canallas, redes/medios y proxenetas
Fernando Merodio
13/07/2025
Los canallas lo tienen -cada día-
más fácil gracias a las redes… y otras cosas.
Dice Djokovic, ya mayor y -of course- en “su red social”, que las redes “(…) están muy presentes y determinan en gran medida el estado de ánimo y el ritmo diario de un atleta (…). Todos están en las redes sociales, y uno puede perderse en ellas (…) con lo que alguien escribe en un teclado o en el teléfono... y eso duele. No es trivial. Es algo de lo que debemos hablar seriamente”, viendo yo, al contrario, que quien no tiene redes, coche, tarjeta bancaria, ni smartphone,… y, pimpante/solo, ha llegado al tramo 80, recordando, lejano es cierto, cuando en Rozadío, doña Gloria y el Sr Merodio le iniciaban en lo de que la “p” con la “a” era “pa” y él, listuco en aquel entonces, colegía que, “pa-pa” era el hombre que afín, exigente, cariñoso, buen o mal ejemplo,…, le explicaba, al tiempo de la maestra, lo de “pa” y, además, esencial le aseguraba comer a diario, una casa con techo y una cama, viendo cómo algunos, muchos, se quedaban en lo de “pa”, sin llegar siquiera a intuir “pa-pa”, habitual fallo intelectual y/o de comprensión lectora, matraz del daño que causan los plumillas, escribidores que, como un tal Daniel Martínez, viven de contar mentiras en sus medios que, diga lo que diga Djokovic, son mucho peores que las redes; Berlusconi, lo tenía muy claro.
Lo que dejan ver los
medios de Berlusconi, Trump, Putin, Sánchez, Feijóo,…, iguales
Tal base ayuda a intuir -parte de- lo de, entre otros, ese tal Juanjo Millas, escribidor rústico vil hagiógrafo en la revista de El País del -muy- siniestro Zapatero, Zapatitos, el de la zeta o la ceja que repartía maná a la farándula fiel, con dos hijas góticas que intentó ocultar junto a Obama e, impúdico, lo hace también -dicen- hoy -¿por qué?- en Venezuela, un escribidor que emborrona una plana de su envilecido medio con una charla -igual que con Arsuaga-, con “ChatGPT”, haciéndome perder un rato -sin smartphone, coche, ni tarjeta bancaria- para cursar que chat es intercambiar mensajes, of course cortos, en internet y que el concreto GPT, útil, ¿para quién?, usa, ¡uf!, a falta de la natural, “inteligencia artificial entrenada” -¿por quién?-, una plana que, evidente por qué, tituló “Mi charla con ChatGPT sobre el comité federal” previo a la canallada del lúgubre Sánchez y sus -todos- gorrones/socios que, a nuestra costa, le sostienen de pie, groggy, y le permiten alardear que prohibirá la prostitución, siendo él -lamento usar como fuente a Feijóo- “familiar beneficiario a título lucrativo” de un proxeneta, penosa inmoralidad de la que nadie pretenda que yo -sin vivir de la política- no exija cuentas al canalla que nos manda sobre su vínculo con -dicen- el dinero de lo peor -¿dónde está ahora?- de la prostitución, el proxenetismo y, pues -¿en el pueblo?- no hay dignidad para echarle y sus fétidas rémoras le aplauden, pese a saber que para Gonzalo Miró denunciarlo tiene “un punto de homofobia vomitivo”, impotente grito, ¡que se vaya!, ¡que, tan dañino, se muera ya!, ¡que humille al huérfano de Pilar Miró, pues cobra, pero a mí no!, aplaudiendo, en particular, ¡ahora sí!, a las “feministas cheli progresistas” y la inclasificable Yolanda que ufana se soba con quien, al parecer, ha vivido -¿y aún se lucra?- de lo más repugnante de la prostitución, el proxenetismo.
Chaplin fue uno de los –pocos- que aguantó el tirón
Lillian Helman, magnífica escritora, fiel compañera/sostén hasta su final de Dashiell Hammet, hombre que nos legó lo mejor de la novela negra, sufrió el macartismo y llamó esa época en el titulo de su autobiografía, “Tiempo de canallas”, explicando cómo -lo dijo Orson Welles, un genio- los -que se decían- “intelectuales progresistas” no entregaron su alma al sistema “por amenazas de muerte, miseria o cárcel, sino por sus piscinas”, lo que los de ahora hacen por una vil soldada que nunca ganaron y, cutres, aplauden al celestino/alcahuete que, dado el momio de sucio poder a que está aferrado, debiera demostrar que no tiene nada que ver con sexo/dinero y, mientras aquella América -no mejor que la de Trump- preguntaba a Ring Lander, Jr., “¿ha sido usted miembro del Partido Comunista?” y, tras un serio debate con el miserable que le interrogaba, en lugar de acogerse como los más fignos del resto al derecho a, Quinta Enmienda, no incriminarse, le explicó que le “podría contestar, pero si lo hiciera, me odiaría cada mañana”, opuesto a lo de los no contritos cómplices de asesinos, los que cogían la fruta que aquellos vareaban, los -por egoísmo- golpistas y la troupe de la cursi imitadora de -al tiempo- el feo populismo de Evita Perón y el quiero y no puedo de parecerse a Isabel Tocino, que se arrastran para que el poca cosa pillado en lóbrego agio -profesional- sexual, al que medios cómplices -no redes- miman, no caiga -cueste lo que cueste- y siga saciando -con lo de todos- sus guarras codicias, deberían -uno a uno y sin la inane excusa de lo ultra- rendir cuentas.
Lo suscribo, para la España de Sánchez el Malo, de la cruz a la rúbrica
Coda sobre el pensamiento y la patria que es la infancia.- Verdi compuso para la ópera “Nabuco” el muy bello “Va, pensiero”, recordemos que es el “Coro de los esclavos”, “¡Ve, pensamiento, con alas doradas, / pósate en las praderas y en las cimas / donde exhala su suave fragancia / el dulce aire de la tierra natal!” y, en el hoy de aquí, si cotejamos al acartonado Berlusconi, al que, duro y serio, golpeó Riccardo Muti, con la tétrica trampa/fraude de Sánchez el Malo, aquel sería una casi pueril, previsible filfa.