domingo, 15 de enero de 2023

254 Los domingos cavilar Sobre la crisis de aquí ahora Fernando Merodio 15/01/2023

254 Los domingos cavilar

Sobre la crisis de aquí ahora

Fernando Merodio

15/01/2023

No nos libraremos del capitalismo depredador y su cultura sádica con unas míseras migajas concedidas por el Gobierno” (Chris Hedges. Premio Pulitzer. Prólogo a “”Esclavos Unidos”).

 “Hasta que no se reintegre la gente en la sociedad y no se elimine el control corporativo y oligárquico de nuestro sistema educativo, político y mediático, hasta que no recuperemos la ética del bien común no habrá esperanza de restablecer los vínculos sociales. (…), hasta que un aterrorizado Joe Biden y los oligarcas a los que sirve no vean ante ellos un mar de horcas y tridentes, no lograremos poner freno a la cultura del sadismo que han urdido” (Idem)  

Parto de lo más grave de la actual crisis, la persistente desigualdad dolorosa y la mortal emergencia climática que genera el capitalismo, reclamo la unidad del resto -“el género humano es la Internacional”- y sé que, para acercarnos y evaluar lo que hoy aquí ocurre, debemos conocer lo que nos vincula al pasado y aclarar si somos afines, o no, a la cultura del “contrato social”, así que, para centrarme en lo troncal, analizo los datos objetivos que enmarcan el vigente, sellado el 6 de diciembre de 1978, tres años después de morir Franco en la cama, por los que quisieron hacerlo de los -que decían- españoles de más de dieciocho años, electoralmente censados, todos ellos citados a, con un “”, un “no” o una activa o pasiva abstención, responder a una vinculante, sencilla pregunta, “¿Aprueba el proyecto de Constitución”, un proyecto elaborado por cinco ponentes de centro-derecha, Cisneros, Herrero y Pérez Llorca, UCD, Fraga, AP y Roca, Minoría Catalana, uno de centro-izquierda Peces-Barba, PSOE y otro de izquierdas, Solé Turá, PCE, proyecto que fue votado en el Congreso a favor por 325 diputados (94,20%), en contra por 6 -5 AP y 1 EE- (1,75%) y 14 abstenciones -3 AP, 7 PNV, 2 UCD y 2 Minoría Catalana- (4,05%), muy similar al voto popular, 87,9% síes, 7,8% noes y 4,2% abstenciones/nulos, siendo llamativo que, con participación similar, en la Cataluña que hoy nos atorra con su insufrible “proces” los síes al “contrato social español” fueron un 90,5% y los noes un 4,6%, en la jacobina Cantabria, votaba sí un 83,5% y no ¡un 12,5%! y en toda España un 87,9% y un 7,8%, respectivamente y, al haber sido el trámite pulcramente legal, el mamotreto aprobado obliga, son las reglas del juego, incluso a quienes no votaron o a quienes, tajantes, dijimos no; repito para que quede claro, en 1978 dijeron si a la constitución,  contrato social español un 87,9% de los votantes, un 83,5% de los cántabros y un ¡90,5% de los catalanes!

Adelantado a la poderosa concentración de -egoístas- fuerzas que hoy es el Estado, el Abate Sieyès, pésimo orador que, quizás por ello, no llegó a dirigente revolucionario como debió ser, explicaba en el panfleto “¿Qué es el Tercer Estado?”, 1789, que la soberanía reside en la nación, conjunto de ciudadanos, bajo una misma Ley, sin castas, estamentos, privilegios,…, legitimando al Estado Llano, el Tercer Estado, casi todos, el 95% de pobres urbanos, campesinos, burgueses, profesionales, artesanos, mercaderes,…, -casi- sin derechos pero obligados a tributar, para acabar, por sí solo, con la teocrática institución de la monarquía absoluta, apoyando la ortodoxia social y política de que “toda sociedad en que la garantía de los derechos no está asegurada y la división de poderes no está determinada, no posee constitución”, a partir de lo cual, abandonadas vacías retóricas y centrados en los hechos es innegable que, como con claridad -y sorna que imita a los más egoístas cazurros actuales- hace días me escribía un amigo carmoniegu,  los más serios derechos teóricos -paz, humanidad, libertad, solidaridad, unión,…- son mala literatura formal, cuando las corruptas burocracias partidistas alimentadas por el capital han fagocitado a los tres poderes, siendo lógico concluir que lo aprobado en 1978, aquí ahora, no es constitución

"Denuncia de un cuento chino"

Definía Sieyès la nación como concepto subjetivo objeto hoy de discusión interesada y lo vinculaba, repito, al pueblo, al ciudadano, al Tercer Estado, ámbito en que se aplica la norma común convertida en pacto social, por lo que parece razonable construir hoy el debate sobre la nuestra y las normas que de ella emanan a partir del compromiso previo de, al menos, intentar ponernos de acuerdo en lo que es nación, nuclear concepto que, con muy sucio interés y con simpleza, a partir del peligroso insolvente de la Z o la Ceja hemos dado en considerar “discutido y discutible”; un siglo después del abate, 1882, Ernest Renan, historiador francés, decía en el no superado discurso “¿Qué es una nación?”, que “el hombre (…) sólo se pertenece a sí mismo, porque es un ser libre, un ser moral” y, por ello, excluía del serio -y muy manipulado- debate sobre la idea de nación tanto egoístas referencias a raza, sangre, territorio, identidad, religión, lengua,…, abstracciones teológicas que consideran la nación “un alma, un principio espiritual”, estableciendo como su himno abreviado el canto de Esparta: “Somos lo que fuisteis; seremos lo que sois”, pues siendo evidente que la existencia del individuo es una afirmación perpetua de la vida, Renan defendía que “la de una nación es (si se me permiten la metáfora) un plebiscito cotidiano”, propio del día a día, lo que exige abandonar declaraciones que parecen trascendentes y aferrarnos a la más modestas solución empírica de “saber, en ciertas ocasiones, resignarse a no seguir la moda”, ni menos aún, añado yo, la conveniencia.

En 1847, a medio camino entre los tiempos del Abate Sieyès y Renan, Marx y Engels escribían para la Liga de los Comunistas, grupo obrero clandestino, el “Manifiesto”, germen del socialismo científico, anunciando que un poderoso fantasma el comunismo, recorría y recorrería el mundo, explicando, además, algo tan cierto como que “la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases” o, aún más claro, que “opresores y oprimidos se enfrentan siempre”, junto a un lógico hato de ideas acalladas -sólo- por cobardías y egoísmos, pero que permiten que, en el día a día, quien piense se posicione hoy frente al aburrido raca raca del diario plebiscito a que nos someten -pequeños y grandes- nacionalismos patrios y, apoyándose en Sieyès, Renan, Marx, Engels y tantos otros, compruebe la egoísta falta de rigor con que, de forma insensata y cruenta, se debate sobre naciones, territorios, identidades, sangre,…, así que, para anular tan repetitivo tostón, hace -muchos- años me obligué a no olvidar, ni un solo momento, al hombre, al ciudadano, al pueblo y, en especial, a la clase más indefensa y débil, que llamaban proletariado, hacer un esfuerzo y, para acabar con el tedioso, onanista debate -solo- entre políticos, llamo a todo constitución, incluyendo los pequeños, codiciosos estatuts, o, más eficaz incluso, a veces llamo estatut a nuestra constitución, ¡daría lo mismo!, y, para ser menos inútil, intento que mis discusiones, al menos, versen sobre algo nuevo.

"Mercadotecnia"
 Viñeta de Miguel Brieva  

Recorrido, sin duda, un -ya largo- tramo de la crisis final, en busca de -cierta- precisión lógica sobre conceptos, acudo a los que antes pensaron y veo que crisis, del griego, es “desenlace o momento resolutivo en el cual se configura el curso de un nuevo futuro”, que las crisis “no destruyen más que lo muerto que arrastramos como un lastre” y, tras ellas, todo renace, a partir de lo cual Marx, incapaz de dar de comer o cuidar en la enfermedad a su familia, tan actual como ajeno al hoy llamado socialismo, dice en sus Grundisse, elementos para la crítica de la economía política previos a El Capital, que las crisis “son soluciones violentas que restablecen pasajeramente el equilibrio roto”, pues “en la Historia, como en la Naturaleza, la podredumbre es el laboratorio de la vida”, siendo, pues, vital que en nuestro caldo de crisis final, cocinado c’¡on desigualdad y emergencia climática, elijamos bien al muerto que es lastre o, al menos, impidamos que, como hoy ocurre, quien elija sea el lastre, el propio muerto.

Coda didáctica para platónicos del capital.- El País, neoliberal-progresismo, tira una plana para explicar -sin conclusiones- que ExxonMobil, gigante, combustibles fósiles a mansalva, el capitalismo,… y con él, su corte de empresas del automóvil, bancos,…, en 1977 ya “tenían una evaluación del riesgo muy sofisticada, cuantitativamente precisa” y “ninguno de sus modelos sugería que no se produciría el cambio climático” ¿Qué hacemos con ellos en lugar de lo transversal? ¿Quién es el lastre muerto?

"¿Qué es lo nuestro?"
 Viñeta de Miguel Brieva 

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