domingo, 16 de septiembre de 2018

11 Los domingos, cavilar LAS REGLAS DEL JUEGO Fernando Merodio ALERTA 05-08-2018


11 Los domingos, cavilar

Las reglas del juego

Fernando Merodio

ALERTA 05-08-2018

En 1762, Jean-Jacques Rosusseau publicó su obra más conocida,  "El contrato social o los principios del derecho político", explicando que los hombres, que nacen libres e iguales, se someten a la voluntad general y que el pueblo, base del poder político, está sobre la nación pero sometido al contrato. Distinguía "lo que puede ser", justicia, de "lo que es", derecho, y definía el gobierno como "ejercicio legítimo del poder ejecutivo"

Teoría que explica el origen del Estado a partir de que los hombres, para vivir en sociedad, suscriben un contrato implícito que otorga derechos y, a cambio, exige renunciar a parte de la libertad que supondría la vida en estado natural, los somete a la Ley, cuyas cláusulas, en general dispersas, establecen los derechos y obligaciones, siendo el Estado, órgano pactado, quien garantiza que se cumplirán, por lo que se delega en él el ejercicio legítimo de la violencia; los términos del contrato, no naturales, pueden ser modificados por la voluntad, siempre mayoritaria, de los individuos.

Aquí, entre 1939 y 1978 hubo una dictadura evidente, no había contrato social, sí un tirano y algunos héroes, en especial comunistas que sufrieron muerte, cárcel, exilio, torturas..., mientras una activa minoría del resto era beligerantemente franquista y una bovina mayoría consentía cómodamente aquel país política, social y moralmente plano, subdesarrollado, en el que, es cierto, a partir de los años sesenta, la economía crecía un 7%, sólo superada por Japón.

En 1978 la Constitución pactada nos dotaba de un mínimo contrato social que, sin lograrlo, intentaba apagar en las instituciones políticas, la cultura, el derecho,... todo rescoldo franquista, pero ni se planteó hacerlo con el poder de la familia, la iglesia, la gran empresa, la economía financiera,..., la corriente más profunda del poder real.

Se obvió lo realmente difícil, enfrentarse a la realidad, destriparla, analizarla, conocerla,..., desmontarla para construir algo que fuera mejor; no se abandonó del todo la vieja senda fascista y, a lo más, algunos nostálgicos de una cierta izquierda, añoraron, pidieron una República como la sublimada Segunda, olvidando que fue un débil, bello intento saboteado, traicionado, volado,... desde fuera y dentro, por todos.

Ahora hay contrato social, pero es como si no lo hubiera, el egoísmo catalán, las mentiras feministas, los virulentos taxistas, los cazurros vascos, los políticos venales, la insistente y falsaria ilegalidad eólica,... con mil argumentos vanos, cuando les molesta algo, incumplen el contrato social, coaccionan, extorsionan y exigen que nuestros mínimos, coyunturales gobiernos, pese a todo legítimos titulares del poder ejecutivo, violen también el contrato para, cobardes, negociar con ellos. Y lo hacen.

Vale todo, no respetan las reglas del juego y es (muy) malo, lo peor, para el débil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario